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  • Paula Candia

Un día mundial del suelo diferente

Desde el año 2014 cada 5 de diciembre se celebra a nivel internacional el día mundial del suelo. Sin embargo y a diferencia de años anteriores, este 2021 la conmemoración tuvo un gustillo diferente: por primera vez y gracias a la insistencia de la comunidad científico-técnica y al apoyo de la Comisión de Agricultura del Senado, contamos al fin con un Proyecto de Ley Marco de Suelos tramitándose oficialmente en el Congreso Nacional chileno bajo el boletín N°14714-01.


El avance es sin duda importante. El suelo es un ecosistema poco conocido en general, abiertamente postergado y fraccionado en la legislación y política pública, pero con una relevancia incuestionable para el desarrollo de nuestra vida. Superada la sola concepción del suelo como un recurso agrícola, lo cierto es que este componente ambiental proporciona diversos servicios ecosistémicos claves para enfrentar los desafíos que nos presenta el cambio climático, la sequía, el ordenamiento territorial, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, entre otros. Lamentablemente, su importante rol como sustento de la vida humana y otros organismos no encuentra reflejo en la legislación chilena, lo que ha posibilitado una inadecuada gestión y la aceleración de su degradación por influencia humana.


En efecto, en Chile no contamos con un cuerpo normativo general en materia de suelos y la Ley 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente, aun cuando contiene algunas normas de relevancia que influyen en los suelos como son aquellas relacionadas con las zonas latentes y saturadas, evaluación de proyectos en el SEIA, programas de medición y control, el uso del suelo de forma racional a fin de evitar su pérdida y degradación, entre otros, resulta insuficientemente para alcanzar el estándar requerido para proteger los suelos de Chile y asegurar que los diversos beneficios ecosistémicos que presta se mantengan en el tiempo. La proliferación de más de 50 normativas de diverso peso jurídico bajo el alero de distintos ministerios y que se distribuyen para tratar materias desde minería, ordenamiento territorial, bosques y fomento forestal, agricultura o agua, por nombrar algunas, no ayuda con este problema. Hoy el piso mínimo es avanzar hacia la gestión sostenible del uso del suelo, para lo que una Ley Marco que establezca las bases esenciales sobre dicha gestión es la herramienta correcta para lograr dicho objetivo.


El boletín N°14.714-01 bajo el que se tramita el Proyecto de Ley Marco de Suelos fue ingresado por moción parlamentaria el pasado 24 de noviembre del 2021, comenzando su tramitación el 28 del mismo mes y año en la Comisión de Agricultura del Senado. El documento contiene solo 7 artículos con cuatro áreas tratadas: ámbito de aplicación y objeto de la ley, principios, definiciones y participación ciudadana. Este contenido, trabajado durante aproximadamente un año y medio por una mesa científico-técnica mandatada por dicha comisión, solo es una parte del anteproyecto elaborado y que fue presentado por la mesa en la sesión de fecha 27 de septiembre pasado. A pesar de ello, los artículos mencionados constituyen una excelente base para la orientación parlamentaria, ya que provee insumos suficientes para una futura complementación del contenido del proyecto que de eficacia a los conceptos expuestos.


Dentro del contenido podemos enfatizar en el objeto de la ley, el que luego de indicar que se aplicará a los suelos del territorio nacional sin distinción de ninguna especie, pero considerando su diversidad, características, relevancia cultural, paisajística y las múltiples funciones y servicios ecosistémicos que el suelo provee, indica: “El objeto de esta ley es regular la gestión sostenible del uso del suelo, así como resguardar su protección, conservación y restauración; con la finalidad de evitar su destrucción y degradación; promover su identificación, estudio, clasificación y conocimiento, considerando los tratados internacionales ratificados por Chile, que se encuentren vigentes y que incidan sobre la materia.”. Además de lo ya comentado, destaca dentro del contenido del objeto de la ley la orientación a la restauración del ecosistema suelo, la que consiste en asistir a la recuperación de las funciones y la biodiversidad de un suelo degradado, elemento crítico si consideramos que conforme informó la FAO el año 2015, a nivel mundial aproximadamente un tercio de los suelos se encuentran degradados, número que aumenta cada año y que además se ve afectado como consecuencia del calentamiento global, afectando no solo la estabilidad y funciones del sistema natural sino que además conlleva el agravamiento de otros problemas como la seguridad alimentaria, cantidad y calidad de agua disponible, y ocurrencia de eventos catastróficos, entre otros (IUSS, 2021). Por otro lado, ninguna de las acciones que se realicen en adelante en relación con el suelo podría ser realmente efectiva para su protección, conservación y restauración, o para su gestión sostenible, si no contamos con un sistema apropiado de identificación, estudio, clasificación y conocimiento, lo que también se promueve en el proyecto de ley debido a la débil información existente en Chile. En nuestro país solo el 25% del territorio tiene una cartografía de suelos con indicadores que pueden ser incluso inadecuados, por lo que aumentar su cobertura y calidad de información contenida es crucial y urgente para potenciar acciones eficientes y eficaces en el futuro.


Como se observa, esta aspiración de contar con una normativa general que establezca bases esenciales para una gestión integral y sostenible de los usos del suelo no es antojadiza. No solo encuentra sustento en la ciencia nacional y en los saberes locales-tradicionales, sino que forma parte de un llamado global que busca promover la protección de los suelos a la vez que se potencia la producción agrícola sostenible; la gestión integral, interconectada del suelo con otros componentes ambientales como el agua; o las herramientas para enfrentar los desafíos del cambio climático que ya nos afectan, en dónde el suelo juega un rol clave no solo en mitigación sino que también en adaptación. Estas acciones deben realizarse a nivel nacional e internacional, incluyendo la arista trasnacional, ya que la colaboración público-privada será esencial para transitar de forma rápida y efectiva.


En definitiva, el inicio de la tramitación de una Ley Marco de Suelos en Chile es un sueño cumplido para muchos representantes del mundo científico-técnico y personas que, por sus diversas prácticas u oficios, conocen de primera fuente la relevancia de este ecosistema para la vida en la tierra. Sin embargo, es solo el primer paso de un largo camino por recorrer en el parlamento. Para lograr la anhelada gestión sostenible del uso del suelo (como mínimo), será necesario dejar de lado las miradas marginalistas que no comprenden – o no quieren comprender – que la naturaleza es un sistema que debe ser tratado de forma integral si queremos seguir aprovechando los recursos, los beneficios que nos provee, y que no solo nos alimentan, nos dan espacio para vivir o interactuar, sino que además nos entrega los insumos y lineamientos necesarios para transitar a una economía sustentable y sostenible, al servicio de la persona humana y respetando los límites que impone el medio ambiente.


Este es sin duda un día mundial del suelo diferente. Hoy hablamos realmente de lo que viene y no de lo que, a pesar de la insistencia de los científicos del suelo de nuestro país, aun no habíamos logrado hacer.


El camino legislativo a conservar el suelo ha comenzado oficialmente. Si llegará a buen puerto, se estancará o devolverá en el camino, hoy depende de la voluntad política.




Por Paula Candia Inostroza




Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan necesariamente el parecer de la Asociación Chilena de Derecho Ambiental


Referencias

Boletín 14.714-01, Proyecto de Ley Marco de Suelos.

“From the Ground Up: Soil Health for climate change mitigation and food system transformation”, COP26, 2021.

“Protecting the Soil is Protecting the Climate”, WASWAC and IUSS Position Paper on the Interlinkages of Soil and Climate Change.


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